Gente que piensa (en mí)

lunes, 27 de julio de 2015

Les creí

Hace mucho que no escribo,
creo que no tengo nada que decir.

Siempre me dijeron
que la vida era un ir y venir de sensaciones.
La felicidad,
la tristeza,
todo es temporal,
todo pasará.
Y les creí.

Sin embargo,
nadie me explicó
que es lo que ocurre
cuando caes y no encuentras
ni las fuerzas
ni la inspiración
ni la motivación
que te guie hacia delante.

Nunca nadie me avisó
de lo que es sentirse sola
rodeada de gente,
rodeada de tanta gente,
y en pura soledad.

Y si lo hubieran hecho,
¿les habría creído?
¿Hubiera cambiado algo?

No lo creo,
Dios y la soledad tienen algo en común,
no se ven
pero se sienten
como se siente el vacío
cuando en una noche estrellada
miras hacia el cielo
y no encuentras más que infinidad.

Amar (en libertad)

Nunca he tenido una relación seria; seria entendida en los términos convencionales. Nunca he tenido una pareja a la que presentarle a mis padres o llevar a casa por navidad. Y a pesar de ello, he querido mucho, muchísimo, y además de formas muy diversas. Me costó mucho aceptar el hecho de no tener una pareja monógama, estable y duradera. Siempre me sentía inferior, a disgusto conmigo misma. Siempre me preguntaba que tenía o hacía mal para que nadie quisiera estar conmigo. Pero un día lo acepté y así es como también me acepté a mí misma. Resulta curioso, porque a pesar de que yo soy feliz así, manteniendo relaciones diferentes, pero preciosas, cuando me abro y se lo cuento a los demás la respuesta que suelo obtener es: “estas tonterías las dices porque nunca te has enamorado de verdad”. Como si solo hubiera una forma de querer, de amar o de relacionarse. Como si esas personas hubieran vivido mi vida o hubieran sentido lo que yo siento cada día.

Obviar que la sociedad nos bombardea con el amor romántico monógamo es obviar que ahí afuera hay multitud de personas que nos aportan cosas diferentes, cada una en su propia manera. Aceptar el amor preestablecido significa obviar que hay formas muy diversas de amar y que no se ama más, si no que se quiere diferente.

Si algo he comprendido es que querer no tiene por que significar exclusividad y que se puede ser leal a varias personas, a la vez, siempre que haya respeto y sinceridad. Pero lo mas importante de las cosas que he aprendido es que no hay amor sin libertad. Que el amor no son celos, ni chantajes, ni posesión, ni control. Que el amor sí es empatía y confianza.

El amor que no te deja volar no es amor, es una cárcel. Y a esta vida hemos venido a volar, a disfrutar.

Después de ti

Hoy me he reencontrado con mi amor del instituto. Después de ti. Siempre creí que aquel chico me había marcado para siempre y que nada volvería a ser lo mismo. Pero hoy, después de ti, me he reencontrado con él y solo he sentido vacío. Miles de preguntas han venido a mi cabeza, pero una sobresalía sobre el resto, “¿que veía en él?”. Él sigue igual, así que imagino que soy yo la que ha cambiado. Imagino que soy yo la diferente, porque claro, después de ti nada puede ser lo mismo. Nos hemos reencontrado y él me ha sonreído y ha hecho una broma sobre nuestras antiguas historias. Y a mí ni si quiera me ha salido sonreír. Porque todo aquello lo veo distante, como si hubiera ocurrido hace un siglo, en otro mundo. E imagino que es así, que aquel era otro mundo, porque este es el mundo que hay después de ti. Y yo me pregunto, cuando pase el tiempo, cuando todo este dolor no sea más que una anécdota o una vieja historia que le contaré a mis nietos, ¿pensaré lo mismo de ti? ¿Cuándo nos volvamos a encontrar me preguntaré qué es lo qué vi en ti? ¿Qué es lo que me llevó a enamorarme?

Si soy sincera, no sé que prefiero, no sé que espero. Por una parte me gustaría pasar página, olvidarme de todo, de los buenos ratos, de las sonrisas, de las bromas, de los abrazos y de las caricias, de las discusiones, de las veces que he deseado golpearte y matarte. Pero por otra quiero tenerte siempre aquí, en mis recuerdos, en mi mente, en mi día a día, en mis citas que no salen bien porque los chicos dicen que no he superado lo de mi ex. Ni si quiera te conocen y se atreven a juzgarme por no haberte superado. ¿Quién puede superarte? Quién quiere olvidarlo todo, como si fueras uno más, si yo sé que no lo eres, que no eres uno más y que aunque me gustara, aunque deseara olvidarte como olvidé a mi amor del instituto, sé que no lo haré. No eres un amor de instituto. Eres el amor de mi vida. ¿Y cómo se supera algo así? ¿Cómo se sigue viviendo después de ti?